La vida es nuestra gran maestra. Todo lo que nos pasa nos está favoreciendo de alguna manera, ya sea para mejorarnos, para despertarnos de nuestra zona de confort, o incluso para adquirir alguna habilidad o cambiar algún aspecto. El propósito es siempre la mejora.
En general, nos sentimos inclinados o motivados a realizar cambios significativos en nuestra vida cuando estamos insatisfechos o cuando las condiciones en las que vivimos ya no coinciden con nuestras expectativas.

No es necesario renovar las fechas. Hay ciertos momentos en la vida que en sí mismos son verdaderos marcadores que señalan el final de un ciclo, lo aceptemos o no.

La escucha interior

Necesitamos desarrollar nuestra escucha interior a través de nuestra capacidad de comprensión, tener lucidez y sensibilidad para aceptar que algo ya se ha deteriorado. Desde esta percepción, es posible reposicionarse y readaptarse para acoger lo nuevo, con sus infinitas posibilidades.

A menudo, la vida no invita, sino que pide actualizaciones necesarias para nuestro propio progreso, enviándonos señales que muchas veces nos negamos a admitir y que tienen un propósito mayor: pasar a una etapa siguiente. No somos conscientes de estas lecturas ambientales o simplemente las ignoramos, ya que no estamos interesados en salir de nuestra zona de confort, aunque estemos deteriorados. Estamos ahí, aferrándonos a cualquier precio. Necesitamos deshacernos de lo que se ha deteriorado, seguir adelante y confiar en la generosidad de la vida.

Cuando la vida señale que se está cerrando un ciclo, acepta el hecho y aprovecha para renovar tus esperanzas, dándote la oportunidad de crear nuevos propósitos y proyectos de vida. La readaptación no siempre es un proceso fácil, ya que gastamos mucha energía emocional en reorganizar el “caos” interno. Por otro lado, este también es un momento rico para iniciar el precioso movimiento de la autoevaluación y revalidar el lugar que ocupamos o que deseamos ocupar en el mundo.

Imagem Pixabay/ Victoria_Borodinova

Siguiente etapa

Cuando se cierra un ciclo, es porque necesitamos aprender algo en ese contexto, para pasar a la siguiente etapa.
Los procesos transitorios de la vida no son exactamente efímeros, pero son etapas potencialmente creativas.
La vida es fluir, es movimiento; es la negación del estancamiento de nuestras creencias y percepciones arcaicas como verdades absolutas que han caído al suelo.
Nada es definitivo y mucho menos propiedad nuestra. Creemos que las cosas y las personas son nuestras. No hay garantías en la vida ni en las fechas de vencimiento.
Con el advenimiento de una nueva fase, comienzan nuevas oportunidades. En contacto con contingencias que ahora brindan una nueva conciencia para florecer, se nos permitirá una mayor claridad de hechos. Todo esto nos dará la oportunidad de crear la realidad que tanto deseamos y de la que somos directamente responsables. Este movimiento creativo nos permite tener reflexiones reales y profundas que nos llevan a dar nuevos significados a nuestra existencia, si renunciamos a lo que se ha ido y acogemos las nuevas posibilidades.

Una realidad diferente

Nuestra vida hoy es una consecuencia de actitudes, acciones, palabras y pensamientos del pasado. Por lo tanto, afirmemos hoy una realidad diferente a través de una postura diferente ahora. Necesitamos eliminar aspectos, cosas y actitudes que no nos aportan crecimiento, que no nos aportan nada y que incluso pueden crear obstáculos.
Es necesario reciclar nuestra basura emocional, transmutar los sentimientos negativos y aprender a lidiar mejor con nuestras preocupaciones y limitaciones para poder entrar en un nuevo ciclo de vida.

Para que haya una renovación real, de adentro hacia afuera, es fundamental reevaluar nuestra percepción de los hechos, pero lo principal para cualquier primer paso es aceptarnos como somos, este momento de “insights” para cualquier cambio real, porque desde el autoaceptación, podemos promover los cambios que sean necesarios. Entonces, desnúdate por dentro, quítate las máscaras, mírate a la cara.

Cambio de rutas

A veces necesitamos cambiar rutas y trayectorias, surgidas de nuestras reevaluaciones de lo que ya no nos sirve. Pero no se ha perdido nada en absoluto: nos hemos vuelto más experimentados, más capaces y mejorados.
En cada etapa de la vida apostamos por esa realidad e invertimos lo mejor que podemos en ella. Cuando nos enfrentamos a unas circunstancias, vemos cómo ahora todo lo vivido ya no tiene sentido: en este momento nos damos cuenta de que estamos en una nueva etapa de la vida. Nuestro mayor logro es transmutar la vida misma en un proceso constante de evolución y recreación de nosotros mismos, poniendo en práctica los valores que necesitamos nutrir, mejorándonos en todas las perspectivas y principalmente aprendiendo de los errores del pasado.
Somos seres itinerantes en la trayectoria de la vida y estamos aquí para aprender, para evolucionar. Solo podemos renacer a una nueva realidad si tenemos la capacidad simbólica de despojarnos del pasado, aceptar las muertes simbólicas de los ciclos que es la sabiduría misma de la vida. Recréate a ti mismo.

Reinvéntate a ti mismo. Supérate a ti mismo

Nosotros, los eternos individuos del devenir, siempre estamos en el proceso de reflexionar sobre nuestras experiencias para obtener la sabiduría que necesitamos y que en este mundo nunca es suficiente. Las reflexiones deben ser continuas como medio preventivo para no enfrentarnos a crisis que podrían evitarse, cuando intentamos de alguna manera aferrarnos a algo que ya se fue. El cierre de un ciclo nos da la oportunidad de revisar, replantear y dar un nuevo sentido a nuestra propia vida, poniendo en práctica un nuevo proyecto acorde a nuestra realidad y necesidades.

A modo de conclusión

Permanecer en un ciclo que ya ha terminado es muy agotador, además de pagar un alto precio por ello. Estar abiertos, disponibles y receptivos a nuevas oportunidades y experiencias es lo que la vida nos propone al final de cada etapa.
A menudo no estamos viviendo, pero experimentando la supervivencia, y esto no es lo que queremos. Queremos tener una vida plena y de calidad, por eso soltar lo que ya se está deteriorando no es un signo de cobardía, sino de coraje. Valor para dar un nuevo paso. Ánimo para seguir teniendo fe en la vida, a pesar de los contratiempos.
Veamos los problemas como desafíos, el dolor como un medio de aprendizaje, los cambios como una oportunidad de transformación, la insatisfacción como una búsqueda eterna. Cada proceso puede ser fácil o difícil, doloroso o desafiante, con posibilidades y mejoras. Depende de cómo perciba cada evento. Y con el cierre de ciclos no es diferente, porque nos da una nueva vida ¡Este es el momento de renacer!

Autora
Soraya Rodrigues de Aragão
Psicóloga, Psicotraumatologista, Expert em Medicina Psicossomática e Psicologia da Saúde. Autora em 4 livros publicados. Escritora em vários portais, jornais e revistas no Brasil e exterior.

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